lunes, 20 de abril de 2009

•El lunar de Viviana: parte uno•



Mmmm no..... no recuerdo mucho. Pasó un largo tiempo y la memoria se empeña en jugarnos malas pasadas. Son muchos años. Yo tenía 17, era de los más chicos de la clase. Me sentaba más o menos en el medio. No con los de adelante, que siempre sabían todo y eran chupamedias de los profesores, pero tampoco con los de atrás. Siempre fui tímido. Muy parco, muy reservado. Me costaba tratar con la gente, nunca supe por qué. Igual que ahora. En eso parece que el tiempo no hubiera cambiado. Pero la vida te va dando ciertos golpes, y para saber esquivarlos a veces es mejor no estar solo. Por eso quizás parezca que soy más sociable ahora, veinte años después. Pero en el fondo sigo siendo el mismo tímido de siempre, pasa que ahora se nota menos.



Era un lindo grupo el del secundario, siempre nos llevamos bien entre todos. No era como ahora que los pibes están cada uno en la suya, en grupitos de a dos o de a tres y creen que aplastándole la cabeza al otro van a ser más bananas. No, antes éramos todos amigos. Sobre todo los varones. Con los muchachos siempre nos juntábamos los viernes a la tarde a jugar a la pelota. Yo jugaba de cinco. No era muy habilidoso, pero me las ingeniaba para patear más o menos bien. El resto lo compensaba con la velocidad, siempre corrí rápido y si era necesario sabía meter una buena patada para ubicar a alguno. Pero no era de mala fe. Éramos todos amigos. Cuando terminaba el partido nos juntábamos en la puerta del kiosco a tomar una coca. Y les chiflábamos a las chicas que pasaban por la esquina.



Éramos más giles... las del Santa María del Buen Ayre estaban a la vuelta y el campo de deportes de ellas daba con el fondo del nuestro. Estaban los dos colegios en la misma manzana. El nuestro era de varones, un industrial. Así que las únicas mujeres que había dentro eran las porteras, unas viejas gordas que hacían ruido con las chancletas al caminar por los pasillos y tenían siempre olor a lavandina, que le traían el café a los profesores y limpiaban con esmero y polvo Odex los pupitres que nosotros nos esmerábamos en escribir con guarangadas. Bueno, eso sin contar las "visitas" que nos hacían las chicas del Santa María cada vez que se los permitía el descuido de algunos profesores.



Continuará...



Parte dos



L.A



14 ★:

marta dijo...

¿El lunar pertenece a alguna de las chicas de ese colegio? :)
Esta historia pinta muy bien, me muero de ganas por saber cómo continuará...

Un beso MUYGRANDE.

Patricio dijo...

que continúe! que continúe! jeje.. gracias por pasar che, sos una de las principales visitantes de mi blog y lo agradezco mucho..
vos como estas? espero q bien...
ojala sigamos en contacto.. un beso grande
Pato

Art. DM dijo...

Señorita, qué bien escribe usted. Esperemos la continuación.

Bubulina dijo...

Esta es una te tantas canciones que de la mismísima casualidad las escucho y terminan fascinándome, como tantas mas. La canción es de Pescado Rabioso y se llama "Mi espíritu se fue".
Y debo confesarte que me causó gracia la pregunta de los panaderos, incluso cuando lo escribí supuse que quedaría extraño, pero yendo al punto son esos pelitos blancos que vuelan por el aire y alguna vez en mi vida escuche que tenías que pedirle tres deseos y se cumplirían( un poco ingenua pero soñar aun es gratuito). Espero que se entienda esa improvisación que hice de definición, jaja.
Saludos querida :)

ericram dijo...

Me resultó interesante el relato, probablemente me haya sentido identificado con el personaje.
Esperaremos ver como sigue.
Saludos.

Verònica dijo...

quiero las partes que faltan. Me entrò una nostalgia bàrbara de las èpocas del colegio... de andar sin tantas presiones con el tiempo, de ser màs espontàneos, de correr si hay que correr... me llevaste a esas sensaciones. Te dejo un beso en.oO0rme y espero entonces la apariciòn de Viviana.
Vero.

BREOGAM dijo...

necesito la otra parte de la historia .....

•Lola• dijo...

Lo malo de poner el título y fragmentar la historia es que todos ya anticipan la aparición de Viviana y su lunar.

Electric Feel dijo...

Máss!
Quiero saber másss :D

S A N J O dijo...

bueno, hacele trampa al lector, obligalo a equivocarse, regalale pistas falsas que sólo le sirvqn para continuar leyendo pero sorprendelo ¿no?

una pista: empezá por confundir a quieén escribe en vos la historia, no le creas, cambiale lo que te dicta... jajajaja

en sonido desangelado cuelgo ¡ya mismo! dos cosas:

1) un texto mio acerca de lo qeu acabo de comentarte y

2) dos palabras que me surgieron del blog de Veronica de más arriba.

cariños a lo(a)s lectoescritore(a)s!

BREOGAM dijo...

esas porteras con olor a lavandina seguro que le llevaron algun cafe al profesor Terry en ralación al lunar de viviana ,como alguin dice en el comentario ..defraudanos que sean otra cosa que sigan otro camino , igual siempre buscamos la forma en cada narración asi que como lector nos vamos a acomodar al nuevo relato
saludos

S A N J O dijo...

te contesté dónde preguntaste ¿leiste? el lector y el escritor, él lector y él escritor, lo leido y lo leí-doy... mmm me divierte mucho mucho mucho Samuel Beckett (y no tengo en mente particularmente "esperando a Godot") cuando me "hago" el lector un rato prefiero que no me cierre. si me cierra me encierra y me frustro. ¡¡¡desacomodame!!! (la peor parte de un libro es el final siempre, si por mi fuera me encantaría que siempre terminaran igual, con un "continuará" ya que sería mucho más sincero con la realidad de lo que ocurre con un texto... continua)

Ale dijo...

Me gusta que no aparezca todavía ni el lunar ni viviana.
Pero más me gusta que sigas escribiendo.
Hace mucho que no pasaba, y agradezco tu constancia, mientras disfruto tus maneras.

eliú dijo...

yo me sentaba al medio, el último año me senté atras. me gustaba el juego de pelota después del cole, o a veces en vez del cole, porque me iba con mis amigos a pasar el dia rompiendo redes por los pelotazos... soy zurdo, jugaba de 9 y las únicas chicas a las que jodiamos eran a nuestras hermanas mayores que venían con "palo" a llevarnos a la casa después de un día de puro peloteo.

 
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