domingo, 12 de octubre de 2008

•Alas para una mujer•

"Este será mi vestido de bodas"



Se colgó las alas en la espalda desnuda, dejando un rastro suave de plumas desprendidas por todos los rincones de la casa. Se asomó a la ventana, y con una sonrisa insolente enunció:

- Este será mi vestido de bodas.

La carcajada que emitió luego le hizo brillar intensamente las pupilas. Y yo, aprovechando el contraluz que me ofrecía la claridad de la tarde, tomé la cámara y eternicé el instante. Ese instante en que rió, rió tanto con su ocurrencia hasta llorar y derramar sus últimas lágrimas.

Siempre le había gustado disfrazarse. Deambulaba de mañana y de noche por la casa diciendo ser una diosa hindú, una sirena o una reina medieval. Esta vez jugaba a ser un ángel. Se cubría con los vestidos antiguos que descubría del armario de mi madre, con las sedas y los tules que encontraba en los arcones, y se tejía gargantillas con las flores del jardín. Bailaba descalza por la casa, semi vestida con sus disfrazes y coronada con rosas, jugando a ser de a ratos niña y de a ratos mujer. Se me acercaba diciendo:

- Arrodíllate ante mí, cortesano. ¿No ves que su majestad la reina ha venido a ti?

Y yo era capaz de seguirle el juego. De creerle a todas sus multiplicaciones, de amarlas a todas por igual, sabiendo que detrás de los mantones de seda que le cubrían momentáneamente el torso y las rosas enroscadas al cuello, detrás de las gotas de maquillaje negro que enmarcaba sus ojos y del polvo azul que besaba sus párpados, estaba ella, la misma Venus que reencarnaba a su antojo según la ocasión.

Y en ésta era un ángel. Un ángel que llevaba por única vestimenta un par de alas blancas colgadas en la espalda. Un ángel caído en mi cama un tarde de verano. Hermosa como un día de verano, así la recuerdo. Con la misma locura de siempre, esa locura que le hizo creer por un instante que si atravesaba la ventana sus alas iban a agitarse en el aire.

Prefiero no pensar en el ruido de su cuerpo al caer sobre el asfalto, o en las plumas blancas cubiertas con sangre. Sólo quiero recordarla con esta foto, que revelé unos meses después de su muerte, debido al dolor que me causaba enfrentarme a su imagen.

Aunque no haya captado el brillo de sus pupilas , ni el sonido de su risa, ni el sabor de una de sus lágrimas, aún recuerdo el tono de su voz cuado, con insolencia, eligió a este par de alas como su vestido de bodas.

L.A

6 ★:

neverland dijo...

me hace acordar al final del juego de cortasar. tiene esa cosa tierna del relato q encanta. Supongo q lo leiste y sentiste como es leer algo así. Sin principio y sin final. Es precioso L.A. la felicito.
mis mas sinceros cariños
natalitta

Catalina dijo...

Mi amigo se llama TAti, asi que tan perfecta no estuvo la letra...
:P

No revuelvo el pasado, lo limpio y le pongo orden...
:P

ReChalado dijo...

Me gusto mucho, porque me gustan los relatos que sorprenden y me gusta esa aparente tranquilidad que se transforma de repente en otra cosa. "Prefiero no pensar en el ruido de su cuerpo al caer sobre el asfalto". Me sentí identificado con la forma de escribir. Un beso :)

mndotrapo dijo...

me encanta tu forma de escribir!!!!
:)
Bailamos un tango??

Máximo Ballester dijo...

Qué loca ir vestida de angel, de bodas a la muerte y volar al fin.

Buen relato, Laura. Bien de los tuyos, de esos que te llevan de la mano hasta el final.

Pasé por el blog que me recomendaste y me gustó mucho. Gracias.

Un beso.

samantha dijo...

Me recuerda a un escrito de Quiroga, me encanta como desarrollas la historia, un diez!

 
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